miércoles, 11 de noviembre de 2020

Sueño

¿Fue un sueño, o es algo más?



Curiosamente, hace unos pocos días encontré, entre otros documentos, el que sigue, con el nombre "blog", creado el 4 de junio de 2020. No recordaba su contenido. Es más, no lo he abierto hasta hoy. Creado al dictado, le he dado un poco de forma, sin apenas cambios en el contenido. 
 También, precisamente hoy, había tomado la decisión de no continuar con el blog de los paseos con Krispys, abandonado porque, a decir verdad, no tengo buen recuerdo de estos paseos, en los cuales se suceden una y otra vez hechos desagradables que preferiría no recordar, algo imposible porque bastantes han dejado huella indeleble en mi piel, y todos ellos en mi mente. 
Al mismo tiempo, hace unos pocos días, Cristina, una gran persona a la que tengo en la mayor estima, me animó a escribir un libro. Jejeeeee... no, a pesar de que se comprometió a comprarme un ejemplar. 
Para mezclar más las cosas, la semana pasada terminé con las pruebas que estaba realizando para intentar, en alguna manera,  minimizar el peligro causado por los implantes y sus circunstancias (el físico, ya que el psicológico ya no tiene remedio); la decisión la he tomado esta tarde, en la que tenía pensado acudir a la Peña de Izaga. He abierto el archivo, para leer un poquito su contenido, y me he encontrado con lo siguiente, que relata un sueño que tuve, de esos que debes recordar. Puedo realizar varias interpretaciones del mismo, pero quedémonos con algo.  

El Sueño: 



"En este sueño, en realidad no he salido de una zona bastante corta. Se podría hablar de una zona fabril de primeros del siglo XX, a pesar de que no las he conocido, evidentemente (tal vez sí en otra vida, quién sabe). Suciedad... construcciones muy viejas. Calle sin vehículos y sin apenas gente. Gris por muchas partes... Los perfiles no son muy nítidos, desvaídos. No recuerdo mucho de esta parte del sueño; tal vez no la haya soñado mucho tiempo. 

 En un momento dado, me doy cuenta de que puedo volar, sería más exacto "viajar por el aire". Me sorprendo y, sin embargo, lo veo como algo divertido. Únicamente unos pasos de carrera y saltar: ya puedes volar. Poco a poco, te acostumbras a realizar esas cosas. Lo que sí me extraña es que la gente no te ve. En el momento en que comienzas a volar desapareces de su vista. Eres invisible. 

 Más tarde, en el sueño nos reunimos más personas, siempre de aspecto joven, como también son jóvenes los que no vuelan. Poco a poco surgen también habilidades en el vuelo, ya que la zona de prácticas es una gran edificación derruida. En ella me llaman la atención paredes de madera carcomida y vigas de cemento. Y el color gris, omnipresente. Cogemos velocidad y hacemos giros inesperados pasando entre vigas y escombros. Nos divertimos y va surgiendo un lazo de comunidad. 

 Con ello, la gente comienza a vernos, en cierto modo asustada. No obstante, hablamos con ellos tranquilamente y les decimos que pueden hacerlo. Y muchos lo intentan, y todos estos logran volar. No obstante, a algunos no les gusta nada, a pesar de que se saben capaces de hacerlo. Les da la impresión de que se rompe... no sé... se me hace difícil explicarlo: Una conciencia de clase. Lo perciben como un peligro, asustados, y poco a poco surge una animosidad peligrosa hacia los demás que volamos. 

 Mi hermana me pide que le enseñe a volar, aunque me explica que más bien quiere que le enseñe a un amigo suyo. No me extraña y acepto. Sin embargo, al ver a su amigo algo se revuelve en las tripas, puesto que es diferente. Más cuidado, más radiante, mejor vestido. Amable, con esa amabilidad que te hace sospechar algo aunque sea sin motivo. Poco a poco Empezamos a practicar y la sospecha se confirma, puesto que es simplemente probar y volar. Volamos por las fábricas a la vista de todos. 

En una ocasión, poco a poco, nos acercamos a un lugar. Estamos charlando y, de repente, veo llegar por una vía de tren y a gran velocidad, un vehículo oruga de color amarillo, que choca con una gran violencia contra la pared situada delante nuestra, destrozando un montón de vigas de cemento que había en medio. Con lo cual mis sospechas quedan aclaradas y ellos también se dan cuenta de que la desconfianza ha pasado a hostilidad. Seguidamente, nos encontramos en un gran edificio con bastante lujo. Su amigo se dirige hacia el interior, pero a mí no me da la gana y me marcho hacia la calle junto con mi hermana. 

Sorprendentemente, estamos en Biarritz, aunque no se parece en nada a la costa de Biarritz. Una gran ensenada con una pequeña entrada de mar. Justo en esa entrada, un monte de bastante altura con construcciones barrocas y un castillo impresionante. Esta vez sí que había bastante gente en el paseo marítimo. Unos nubarrones negros se acercan al lugar del castillo y comienza a llover de una forma impresionante. Al mismo tiempo, se ve cómo la lluvia va erosionando la ladera y la construcciones. 



Llueve tanta agua, que se va produciendo una gigantesca ola que comienza a recorrer la ensenada por el otro lado. Por aquí estamos tranquilos, situados a muchos kilómetros de distancia, como para que la ola nos alcance sorteando todos los obstáculos. La lluvia sobre el castillo aumenta y en un momento dado derriba toda la montaña, originando una ola impresionante, y esta vez sí va arrastrando a todos. Ya llega el agua en pequeñas cantidades y la gente huye despavorida en la misma dirección de la ola. Me doy cuenta de ello y, como única salida, decido ir en diagonal e intentar escapar por donde sea, puesto que conozco el lugar. Creo que mi hermana me acompaña, pero no estoy muy seguro. 

Por fin, llego a una llanura que está algo más alta; aunque el agua nos alcanza, no me da mayores problemas que preocuparme por los procesadores y los acojo, uno en cada mano. El derecho en la derecha y el izquierdo en una izquierda casi sin fuerza. En mi memoria hay un vacío en lo soñado a continuación; únicamente recuerdo que bajamos nuevamente a la playa y lo primero que se me ocurre es tirar el procesador de la derecha a tomar por el saco. Bien lejos. Y miro el de la izquierda, en la palma de una mano que casi no lo puede sostener y, además, su estado no es muy bueno. No me importa en absoluto porque prefiero estar así que en la situación anterior. 

También me doy cuenta de lo que ha pasado. Sea quien sea, ha terminado con la clase voladora con la complicidad de los que volaban pero no querían hacerlo. De éstos, también han caído la mayoría porque a fin de cuentas tenían esa posibilidad. A mi hermana ya la he perdido de vista y yo me oculto entre los supervivientes. 

 Vuelo y volaré. 

 Fin del sueño" 

 La decisión que hoy he tomado con respecto a los implantes cocleares, debido a los sucesos colaterales a la última programación, ha sido que, en lugar de magullado, lacerado, raspado, rasgado, más profundo que rasgado, huesos y cartílagos rotos, etc, prefiero no llevarlos puestos, o activados, en el coche. He constatado que si actúo así, la profunda inestabilidad desaparece en gran parte, mejorando el equilibrio, y realizando cosas que ya daba por perdidas para siempre. Qué curioso. Todo se ha conjuntado esta tarde. ¿Por qué? ¡Qué más da! Seguiremos soñando y anotando, sin duda. Es más: Tal vez de un repaso a bastantes que tengo anotados, acontecido en unos años que nunca olvidaré. Si es así, tal vez los conoceréis.










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Peculiares hiladas Hace tiempo que despertó mi atención y no puedo evitar, cada vez que disfruto de la visita de Santa Criz, situarme frente...