Castro de
Santa Cecilia
Hace ya un tiempo, mucho tiempo, cruzando por esa zona, una pequeña elevación con una ermita me llamó la atención. Se me olvidó. Sin embargo, recientemente su recuerdo regresó y, tras navegar un poquito, varios castros eran mencionados en esa lugar: Castro de Santa Cecilia, llamado así por la ermita que se levantó en el lugar, Castro de Oiamburu y Castro de Murugain.
Recurrí al SITNA, verdadero aliado en estas ocasiones y, por lo que vi, el que más me gustó fue el castro de Santa Cecilia. Así que después de comer nos acercamos a Garinoain.
Lo primero que ves son, como no podía ser de otra forma, elementos de defensa: muralla, terraplenes y el foso. Terraplenes en este caso muy bien cubiertos con piedra (sillares... mampostería... quizás ambos) que han resistido hasta hoy sin muchos derrumbes. Aprecié restos de muralla, muy pocos, en su parte superior, cuyos bordes estaban muy bien delimitados y nivelados, por lo que me atrevo a decir que
Continuando por el pequeño camino que sube, nos encontramos enseguida a la izquierda, restos de lo que debió ser punto de acceso. Grandes sillares que me animan a pensar que existió una estructura defensiva bastante poderosa. Continuamos subiendo un corto trecho hasta alcanzar la primitiva situación del poblado: una superficie amplia y totalmente plana.
Recorriendo el lugar, excepcionalmente llano, no encuentro rastro alguno de vivienda ni otra construcción. Seguro que están bajo tierra esperando el momento de resurgir. Pues que esperen: primero está Santa Criz; y después, también.
Los castros antes mencionados están unidos por una ruta BTT. No sé quiénes habrán sido los favorecidos por la inteligencia que han diseñado el recorrido, pero a la vista de la fotografía, uno piensa que podían haber desplazado este lugar sin duda de bajada unos pocos metros a la izquierda y lanzarse por el camino de acceso. A fin deBajamos al foso y me parece que es lo más llamativo o, al menos, lo que más me atrae de este lugar. Comenzamos a pasear generalmente arropados por la sombra de los árboles que crecen en él. Todavía conserva una cierta profundidad a pesar del colmatado de estos siglos. No se ven trazas de derrumbes en casi ningún lado, lo que nos muestra el buen hacer a la hora de recubrir y proteger los terraplenes con piedra.
La conclusión a la que llego es que fue un lugar bastante protegido y con recursos. Como tantos y tantos centenares de castros que tenemos identificados en nuestra Comunidad, si no están dejados en el olvido, tampoco se tiene demasiado interés o dinero en investigarlos. Algo que por otra parte me parece muy bien siempre que todo el dinero que se haya querido destinar a cualquiera de ellos se invierta en Santa Cruz. Y he dicho bien: que se invierta, que es muy distinto a gastar.
Sin duda volveremos alguna tarde calurosa, ya que tenemos un excelente campo de juego para la pelota y después un lugar de reposo a la sombra. Y todos contentos.