En estos dos últimos dos meses estoy atrapado en una situación te me atrevo a calificar de curiosa: Me he movido bastante por muchos sitios, más de los que pensaba. Sin embargo, cuando comenzaba a escribir acerca de las tonterías que Krispys y yo habíamos realizado ese día, al rato, tras unas horas con la pantalla delante, o transcurridos unos días, borraba todo, fuera poco o mucho, sin siquiera volverlo a leer. Motivado por una gran desgana. No se me ocurría nada. O, para ser más exacto, era incapaz de querer recordar. No es que no tuviera un relato que narrar; simplemente, no podía. Un estado abúlico se apoderaba de mí. Contando con mi total complicidad
Estar situado delante de un teclado, de un micrófono, de PC o de cualquier otro ingenio informático, se convertía en una tarea triste, en una obligación de la que no tienes necesidad.
Una pantalla en la que aparecían unas frases, extrañas, no correspondientes con tus ideas y mucho menos con tus sentimientos. Se rompía esa reunión tan necesaria de tu pensamiento y la escritura, esa mezcla física. No tienes ese contacto. Ni teclear ni hablar al dictado es narrar. Solo es escribir. Una diferencia notable
Evidentemente, son los medios que disponemos en estos días, sencillos y muy versátiles, aunque no he podido dejar de pensar en que un lazo se rompe. Un vínculo que transmite tus sentimientos desde el corazón o la mente hasta el papel. Una energía que fluye por el brazo y alcanza la yema de los dedos, y éstos consiguen que un bolígrafo, un lápiz, sean capaces de llevar a los demás a vivir las mismas vivencias pero con mucha más humanidad, con más pasión.
Porque de esta manera, desde que surge en tu mente la primera letra de una palabra, hasta que queda escrita, son muchas las cosas que interactúan en tu destreza para escribirla. Desde la alegría y las ganas por hacerlo, hasta una mala corriente de aire de una puerta que se abre, todo está, al final de la mano, escrito en tinta, raspando el papel.
Es un recuerdo que me envuelve a menudo, recuerdo entrañable, en estos días en los que la escritura mecánica ha triunfado. Así que haré un esfuerzo y os contaré las cosas que hacemos por ahí, los lugares que visitamos, lugares que me siguen sorprendiendo, que antes eran conocidos y otros ahora que también lo son. Las "perripecias" de Krispys, mi descripción, acertada o no (qué más da) de aquello que nos encontramos.
Tal vez recuerde algún lugar que hemos visto en este tiempo silencioso, tal vez. Y con seguridad habrá también pensamientos que silencie, conteniendo unas enormes ganas de gritar. Ya lo veremos. No es cuestión de planificar sino de narrar y para ello nada mejor que estar contento. .