miércoles, 16 de noviembre de 2022

¡Krispys no está! ¡Ha desaparecido!

 Buscando a Krispys



Esa tarde quería hacer unas fotografías con una determinada luz. Seleccioné el alto de El Perdón para realizarlas y después de comer me dirigí allí. Pensaba en una tarde tranquila y entretenida, con un pequeño paseo por el Camino de Santiago.


A la altura de Zariquiegui cambié de idea y entré en el pueblo, aparcando cerca de la iglesia. Bajé con el perrito y paseamos un poco para que se aliviara del pequeño paseo en coche. Poco más tarde hice las fotos y me acerqué a la iglesia para ver con más detalle esos capiteles románicos de la portada.



Y allí estaba yo, comparando un par de cabecitas, con Krispys mirando, apoyando sus patas delanteras en un bajo murete que separa la iglesia del camino, asomándose por encima del borde. 


De repente, sonó la campana y, seguidamente, un gemido canino, desapareciendo el valiente peludo. No me lo explico: Estamos en cualquier pueblo y tiembla al escuchar un tañido de campana; sin embargo, en la Plaza de la Cruz, ni se inmuta con el recital de las 12:00 y 13:00 horas. Incomprensible.







Me dirigí al vehículo ya que siempre corre a su lado. No estaba y me sorprendió. Más preocupado, comencé a dar vueltas por los aledaños, sin resultado. Ya estaba realmente asustado puesto que ese comportamiento no era normal: no acudía a mis llamadas, ni siquiera al infalible 1, 2 y 3! La respiración se aceleraba rápidamente, mas enseguida me controlé. Una rápida visión de los hechos dejó de lado medio pueblo: No había visto a Krispys cruzar la carretera, y yo estaba entre la misma y su posición cuando desapareció. Por los lados ya había mirado y era difícil, aunque no imposible, que hubiese marchado por allí. Así que me dirigí, llamándole y silbando (o algo parecido), por el Camino de Santiago , en dirección a Zizur. 


Una larga recta de centenares de metros antes de girar a la izquierda. Y por fin, tras haber caminado unos 100 metros, lo vi aparecer en la distancia, diminuto, a un trote corto, preocupado y asustado. Pero venía hacia mí. Llegó a mi lado, le até la correa y lo abracé, consolándole y tranquilizándome. Directos al coche y a casa.


Un susto tremendo.  Ya veía por allí a la Policía Foral, bomberos y GREIM. Comportamiento no habitual al que a partir de ahora tendré que prestar más atención.


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